miércoles, 14 de mayo de 2014

Con Dios por delante no hay discusión

La frustración de una conversación acalorada para mi se traduce en que ninguna de las partes avanza, pero hoy me doy cuenta que en el pasado yo pensaba que muchas discusiones avanzaban sólo porque yo cedía y pensaba que poniendo la otra mejilla, pensaba que modelaba con el ejemplo y resulto no ser así, por todo lo contrario cause el efecto opuesto...

También me di cuenta de que tengo una característica que en el trabajo me resulta muy útil y es que a partir de una serie de eventos puedo ver una tendencia y cuando la misma puede tener altos riesgos hacer lo necesario para minimizarlos y lograr el éxito, ahora que lo leo debería ser tan fácil poderlo aplicar a lo personal, pero no lo es, lo había aplicado mal, de forma previsiva cedía para evitar malos mayores y no daba prioridad a lo importante, a lo que te hace quien eres: nuestros valores y principios, con ello no dejaba que ocurriera lo que tenía que pasar, por temor, por asumir una responsabilidad que no era mía.

En este punto entonces la reflexión hijos es la siguiente: con Dios por delante, tus principios y valores determina en una discusión que es lo que puedes negociar, si te das cuenta que tienes que negociar alguno de ellos, mejor tomate un tiempo porque esto te va afectar interna y profundamente... La discusión no se gana peleando, se gana confiando en Dios y así ganarán todos.


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